Una batería recargable se utiliza para alimentar muchos dispositivos, desde teléfonos inteligentes hasta automóviles. En los teléfonos se instalan distintas baterías, según la tecnología de fabricación y la capacidad. Antes, los primeros dispositivos instalaban fuentes de alimentación de níquel-cadmio, que tienen muchas desventajas. Por ejemplo, la presencia de sustancias tóxicas en su composición, el elevado coste de producción y su rápido desgaste.
Las pilas de níquel-hidruro metálico sustituyeron a las de níquel-cadmio. Su composición ya no contenía sustancias tóxicas. También carecían del pronunciado "efecto memoria". Sin embargo, estas baterías también presentaban graves inconvenientes, como el elevado coste de los cargadores. Posteriormente, empezaron a aparecer las baterías de iones de litio y de polímero de litio. Se pueden encontrar en muchos teléfonos modernos.
Cuando se trata de teléfonos inteligentes, las baterías instaladas en ellos pueden ser extraíbles y no extraíbles. Como su nombre indica, el primer tipo de batería puede ser extraída por el usuario retirando la tapa trasera del teléfono. En el caso de las baterías no extraíbles, sólo se pueden retirar desmontando parcialmente el dispositivo. El segundo tipo de batería, por cierto, se instala en casi todos los smartphones modernos.
